jueves, 10 de septiembre de 2009

Ella . . .



. . . Mujer, de alma brillante con ojos dulces como la miel,
Una mujer que siente, tan sólo con mirar . . .

Mujer de cabellos oscuros como la noche, y entre sus trenzas reflejos cobres como el atardecer . . .
Ella, tenía su mirada constante, transmitía una pasión oculta y cautivante,
Ella era suave como el algodón de azúcar que se sumerge en mi boca como una ola lo hace con el mar… Ella, era capáz de amar, ella… Ella amaba porque el ser no tiene alma sino se ama, porque se regía bajo la soberanía del amor, amor puro como el aire de la mañana cuando sus ojos aceitunos iluminaban su morada . . .

Ella soñaba con algún día atrapar sus sueños y dejarse llevar por la ilusión de por fin tenerlos, ella soñaba despierta y dormía soñando… Ella, ella vivía amando y aunque en lo profundo de su hermosura ocultara su soledad, prefería aguardar y callar su llanto, porque no quería aprender a llorar… Ella llevaba una botana de mil amores vacíos que prefirió olvidar, quería esperar, dejar de ser amiga de la señora soledad y limpió su blusa ardiente para volver a empezar . . .

Ella ama a aquel hombre que nunca fue, pero que la espera, así como ella a el . . .

Ella, mujer brillante de ojos dulces como la miel.

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